jueves, 23 de marzo de 2017

Adonis Alexandr Pushkin

Aleksandr Pushkin, poeta de genio universal que revolucionó la lengua rusa rompiendo con la tradición del XVIII. Fuente de la que bebieron todos los literatos rusos desde entonces, su principal obra es Eugenio Onegin.




El cantor

¿Echasteis la voz nocturna junto al soto
del cantor del amor, del cantor de su pena?
en la hora matutina, cuando callan los campos
y el son triste y sencillo de la zampoña suena,
¿no la habéis escuchado?

¿Hallasteis en la yerma oscuridad boscosa
al cantor del amor, al cantor de su pena?
¿Notasteis su sonrisa, la huella de su llanto,
su apacible mirada, de melancolía llena?
¿No lo habéis encontrado?

¿Suspirasteis atentos a la voz apacible
del cantor del amor, del cantor de su pena?
Cuando visteis al joven en medio de los bosques,
al cruzar su mirada sin brillo con la vuestra,
¿no habéis suspirado?


Versión de Eduardo Alonso Duengo


Yo la amé...
Yo la amé,
y ese amor tal vez,
está en mi alma todavía, quema mi pecho.
Pero confundirla más, no quiero.
Que no le traiga pena este amor mío.
Yola amé. Sin esperanza, con locura.
Sin voz, por los celos consumido;
la amé, sin engaño, con ternura,
tanto, que ojalá lo quiera Dios,
y que otro, amor le tenga como el mío.
1829

Versión de Rubén Flórez Arcila

sábado, 18 de marzo de 2017

Ana Ajmátova




Nació un 23 de junio de 1889 en Odessa, Rusia
Fue una poetisa extraordinaria del siglo XIX y pese a que muchos la recuerdan como la esposa de Nikolai Gumiliov, el lugar en la literatura se la ha ganado con honores.
Falleció en la ciudad de Moscú en 1966


Llegué a visitar al poeta 
A Alexander Blok

Llegué a visitar al poeta
exactamente al mediodía, un domingo.
En el cuarto espacioso reinaba el silencio
afuera, en la calle, hacía frío.

Un sol agradable se paseaba
sobre el tupido humo grisazul...
El poeta me miraba fijamente,
en silencio, como un gran anfitrión.

Es mejor ser cuidadosa
y no mirar nunca a sus ojos;
son ojos tan extraños
que jamás se pueden olvidar.

No olvidaré ese encuentro
aquel brumoso mediodía de domingo
a las orillas del Neva
en una casa grande y gris.


Cuando la luna es de melón

Cuando la luna es de melón una tajada en la ventana
y en redor es la calina cerrada la puerta y la casa encantada
por las azules ramas de glicinas y en la fuente de arcilla hay agua fría
y la nieve del paño y arde una bujía de cera
tal que en la niñez, mariposas zumban
la calma, que no oye mi palabra, retumba
entonces de lo negro de rincones rembrandtianos algo se ovilla de pronto
y se esconde allí a mano, pero no me estremezco, ni me asusto siquiera...
la soledad en sus redes me hizo prisionera
el gato negro el alma me mira, como ojos centenarios
y en el espejo mi doble es tal vez mi contrario.
Voy a dormir dulcemente, buenas noches, noche.


La musa 
Cuando en la noche oscura espero su llegada,
se me antoja que todo pende de un hilo.
¿Qué valen los honores, la libertad incluso,
cuando ella acude presta y toca el caramillo?

Mira, ¡ahí viene! Ella se echa a un lado el velo
y se me queda mirando larga y fijamente. Yo digo:
"¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas
sobre el infierno?"
Y ella responde: "Yo soy aquella."

sábado, 11 de marzo de 2017

MUQADDAM IBN MUAFÁ AL QABRÍ (

MUQADDAM IBN MUAFÁ AL QABRÍ (Ben Mocádem o Muqadam de Cabra), llamado también el "Ciego de Cabra" o "El Vidente", nació alrededor del año 912. Creador de la Moaxaja e introductor de la Jarcha en la Moaxaja. Según algunos autores, inventor del Zéjel y, por correlación, del Villancico. Al Qabrí murió en el Siglo XI.





Cómo me entristece la paloma del valle 
que se balancea sobre una rama trémula y tierna! 
Juega porque nunca sufrió la altanería de Zaynad, 
ni la aparición constante de su imagen en sueños. 
No esperes vivir, si Zaynad te ha roto el corazón, 
porque no se puede vivir sin corazón.




Ella 

Era una mujer tan bella
que si a la Luna en los cielos
se le hubiera preguntado
sobre su naturaleza,
el astro habría respondido:
"Soy un destello de ella".


Mi corazón se va de mí.

Mi corazón se me va de mí.
¡Oh, Dios! ¿Acaso se me tornará?
¡Tan fuerte mi dolor por el amado!
Enfermo está, ¿Cuándo sanará?




¿Qué haré o qué será de mí?
¡Amigo mío,
no te apartes de mí!








miércoles, 8 de marzo de 2017

Antiguos poemas celtas






Canto a Éire




(Canción de Amergin, año 1.268 antes de Cristo)

Invoco a la dulce tierra de Éire
bañada por el pródigo océano de luz.
Fértil es la montaña colmada de fruta,
fruta esparcida por el bosque de lluvias,
de lluvia es el río de cascadas,
cascadas junto al lago de profundo lecho,
Hondo es el pozo de la cumbre,
una hondonada de tribus es la asamblea.
Una multitud de reyes es Tara,
Tara es la colina de las tribus milesias,
Las tribus milesias de los descendientes de Míl,
de Míl el de los barcos formidables,
Como un barco formidable es la dulce tierra de Éire,
dulce tierra de Éire cantada con misterio,
y conjuro de gran conocimiento,
la gran ciencia de las esposas de Bres,
las esposas de Bres de Buaigne
pero a la inmortal diosa Éire,
Eremon la ha enamorado.
Yo, Amergin, la invoco.
Invoco a la dulce tierra de Éire.





Tara




(Poema de Fintan, -o Fionntán-, siglo V, de quien se dice que vivió
5.500 años, bajo> la forma de salmón, águila y halcón).

Tara Breg, ¿por qué se la nombra así?
¡Cuál es la respuesta, sabios!
¿Cuándo el nombre se separó de su contenido?
¿Y cuándo Tara decidió seguir siendo Tara?

¿Fue en el tiempo de Partolón en los combates,
o durante la conquista de Cesair,
o con Nemed, el del recio valor,
o con Cigal, de miembros arrolladores?

¿Fue con los Fir Bolg de los grandes barcos,
o con el linaje de los duendes?
¿Decid con cuál de estas invasiones

Tara transmitió su antiguo conocimiento a Tara?
Oh Duban, oh Findchad de espíritu generoso,
oh Bran, oh veloz Cualad,
oh Tuan, oh cinco magnos,
¿Por qué signos se la reconoce a Tara?

En un tiempo fue un gran bosque de avellanos,
en la era del noble hijo de Olicán,
hasta que fue derribado el espeso bosque
por Liath, hijo de Laigne Lethan-glas.

Desde entonces se la llamó Druim Cáin,
la colina a la que venían los grandes hombres,
hasta que llegó la casta Crofhind,
de la hija del célebre Allod.

Cathair Crofhind, sin dilación,
fue su nombre entre los Tuatha de Danaan,
hasta que llegó la justa Tea,
la novia de Éremon, el gigante.

Con altos muros de piedra rodeó su casa
la gran Tea, la del fuerte brillo, hija de Lugaid,
hasta que murió y fue sepultada
al otro lado del muro, y por esto se llama Tara.

El lugar de los reyes fue su nombre,
reinó en Tara el linaje de los milesios
y recibió cinco nombres
desde Fordruim hasta que fue Tara.

Yo soy Fintan, el poeta,
no soy un salmón de un solo río,
aquí fue donde alcancé gran renombre
sobre la sagrada tierra de Tara.




Es cerveza lo que cae cuando llueve


(Poema de Loegairé, siglo V, uno de los reyes de Tara, adversario de San Patricio)

¡Qué maravilla, oh Crimthann Cass!
Es cerveza lo que cae cuando llueve.
Todo ejército en marcha tiene cien mil guerreros:
Y va marchando de reino en reino.

Se escucha la música noble y melodiosa de los dioses:
Se va marchando de reino en reino.
bebiendo en copas brillantes,
y se conversa con quien os ama…

Tengo por mujer mía
a Der Grené, hija de Fiachna.
Y también hay una mujer
para cada uno de mis cincuenta compañeros.

Nos hemos llevado de la llanura de Mag Mell
treinta calderos, treinta cuernos para beber,
Nos hemos llevado el lamento que canta Maer,
hija de Eochaid, el silencioso.

¡Qué maravilla, oh Crimthann Cass!
Es cerveza lo que cae cuando llueve.
Todo ejército en marcha tiene cien mil guerreros:
Y va marchando de reino en reino.




II


¡Qué maravilla, oh Crimthann Cass!
Fui dueño de la espada azul.
¡Una noche entre las noches de los dioses!
Y no la entregaría por todo tu reino.





El mirlo del lago Laíg


(Poema anónimo, siglo VIII)

El pájaro
ha silbado
Desde la punta de su pico
de vivo amarillo
canta su reclamo
wobre el lago Laíg
un mirlo en una rama,
un montón de amarillo.




Epigrama de Áed


(Poema anónimo, siglo IX)

-¿Habéis visto
a Áed de Connacht en el vado?
- Solo vimos su escudo
derrumbado sobre su sombra.



Bran el Bienaventurado


(Poema anónimo, siglo IX)

“Llevo una rama del manzano de Emain,
parecida en la forma a las que ya conoces.
Crecen en ellas ramas de plata blanca
y hermosos capullos de flores cristalinas.

Hay una isla muy lejos de estas tierras,
alrededor de ella brillan blancos caballos de mar.
Dibujando contra las orillas su rastro blanco,
se mantienen sobre cuatro fuertes pilares.

Hay un viejo árbol en flor,
sobre el que alegres pájaros cantan a todas horas
en la más dulce armonía,
combinando su canto para marcar las horas.

Aquí nadie conoce la tristeza,
no existe dureza ni sacrificios aquí,
no hay enfermedad, muerte o dolor.
Tal es la vida del justo Emain,
una vida que no se halla en este mundo.

Aparecen entonces huestes de luz
entre el agua brillante,
remando su nave hábilmente hacia la playa.
donde están agrupados entre círculos de piedras,
y una música dulce y libre se eleva entre ellos.

A través del tiempo,
la muchedumbre reunida canta una canción
que no evoca la tristeza;
cientos de voces, todas a coro,
en conjuro de vida y canción de vida eterna.

Emain habita de muchas formas junto al mar,
tanto si está lejos, como si está cerca,
en brillantes tonos las mujeres pasean,
a la orilla del puro y resplandeciente oleaje.

Y si se escucha la melodiosa voz de las rocas
y los pájaros cantores de la tierra de la paz,
al alcance de la mano, esas mujeres caminarán;
pues todos aquí solo necesitan caminar”.



Frío



(Poema anónimo, siglo IX)

¡Siempre frío!
La más grande tempestad en todas partes;
los arroyos se han convertido en ríos
y cada lago ha quedado rebosado.

Como un magno mar cada lago se eleva,
cada cosa pequeña es una multitud,
las gotas de lluvia son blocas de escudos,
los copos, son pieles de carnero blanco.

Un pozo es cada sucio charco,
Se alza el llano, un bosque es cada páramo;
no hay refugio para las bandadas de aves que tiemblan
y la blanca nieve nos llega a la cadera.

La escarcha ha cortado los caminos
rodeando, artera, el menhir de Colt:
la tempestad se atrinchera por todos lados
y nadie atina más que a decir “¡Frío!”.




La canción de las calaveras



(Poema anónimo, siglo X)

¡Ay, Rey de Reyes,
Rey verdadero de incontables tropas!
Más triste que cualquier otra música
es la música de las calaveras en esta noche fría.

Ven aquí, cráneo de Géagán,
vamos a juntarnos,
es grande la tarea que iniciamos
cantando junto al hijo de Cuilennán.

Éramos tres hermanos anoche,
era grande nuestra fuerza en el ejército,
Aunque esta noche estén nuestros tres cráneos
entonando esta triste canción.

¡Ay, qué gran desgracia!
Es muy breve el lapso entre el domingo y el lunes,
pero es más breve el plazo en que el Rey de las Nubes
puede arrebatar a cada uno la fuerza que tuvo.

A cada uno de nosotros le dio una fruta
el príncipe que mantenía a las mesnadas
comprometiéndonos a hacer sonar
nuestra música lúgubre y triste.

¡Ay, ay!
Cormac cayó en la batalla;
desde que falta su casta en el mundo
ha huido la gloria del rey de Cashel.

Cormac del Túmulo de los Reyes
Reinó sobre el noble Munster;
a todas las órdenes de sus labios obedecieron
lo mismo los fuertes que los débiles.

Es el alba, dejad vuestra música.
¡Ay, ahora debéis marcharos!
Decid adiós por esta noche
y regresad a vuestros cuerpos muertos.









PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 93. Noviembre de 2012.



ANTIGUA ORACIÓN CELTA
Que el camino salga siempre a tu encuentro.
Que el viento siempre esté detrás de ti.
Que la lluvia caiga suave sobre tus campos.
Y hasta que nos volvamos a encontrar
que la vida te sostenga suavemente
en la palma de su mano.
Que vivas el tiempo que tu quieras.
Que nunca caiga el techo encima de ti.
Y que los amigos reunidos debajo de él nunca se vayan.
Que el camino se abra siempre a tu puerta.
Que vivas 100 años... con un año extra para arrepentirte.
Que la vida te guarde en su mano...
Y no apriete mucho su puño.
Que tus vecinos te respeten...
Los problemas te abandonen...
Los ángeles te protejan...
Y el cielo te acoja.
Y que la fortuna de las colinas irlandesas te abrace.
Que las bendiciones de San Patricio te contemplen.
Que tus bolsillos estén pesados y tu corazón ligero.
Que la buena suerte te persiga.
Y cada día... y cada noche... tengas muros contra el viento... un techo para la lluvia...
Bebidas junto al fuego... risas para que te consuelen aquellos a quienes amas...
Y que se colme tu corazón con todo lo que desees.
Que la vida esté contigo y te bendiga...
Que veas a los hijos de tus hijos...
Que el infortunio te sea breve... y te deje rico en bendiciones.
Que el camino salga a tu encuentro.
Que el viento siempre esté detrás de ti...
Y la lluvia caiga sobre tus campos...
... ¡Así sea cada año y para siempre!