domingo, 26 de febrero de 2017

Judá ben Saúl ibn Tibbón

Judá ben Saúl ibn Tibbón


Estatua de Judá ben Saúl ibn Tibbón en Granada.
Judá ben Saúl ibn Tibbón (1120 – fallecido hacia 1190) fue un traductor judío, médico, filósofo y poeta granadino.






He reunido una gran biblioteca para tu beneficio para que nunca necesites pedir prestado un libro a nadie. Como tú mismo has visto, la mayoría de los estudiantes no dejan de buscar libros que no son capaces de encontrar (...) Mantén tu biblioteca ordenada, para que no necesites buscar un libro. Prepara un listado de los libros de cada estante, y coloca cada libro en su estante correcto. Ten cuidado con las hojas sueltas y separadas de tus libros, porque contienen cosas importantes que yo mismo he recogido y anotado. No pierdas ningún escrito ni ninguna carta de lo que te dejo (...) cubre los estantes con hermosas cortinas, protégelos del agua del techo, de los ratones y de todo daño, porque son tu mayor tesoro.

jueves, 9 de febrero de 2017

Anna Swir ( Polonia, 1909 - Cracovia, 1984


Anna Świrszczyńska, también conocida como Anna Swir, nació en Varsovia, el 7 de febrero de 1909. Poeta y dramaturga. Su mundo poético es muy personal y la temática de su poesía es variada: el amor, la vejez, la enfermedad, la maternidad, el deseo, el erotismo, el rechazo, la añoranza.



Soy torpe

Soy torpe.
Mi torpeza
apesta increíblemente,
como mi piel cuando
no es lavada.


Mi torpeza
apesta
como un gigantesco y salvajísimo
animal, como la hembra
de ese animal.


Sé vivir
solo tanto tiempo
como me permita mamar
su ubre
mi madre, la torpeza.




Ella tiene miedo


Al lado de la mujer
está acostado su hombre.
La mujer tiene miedo
de que él vuelva a matarla.


¿No vas a volver a matarme?
pregunta la mujer.
No te voy a matar, dice el hombre.


Pero ella tiene miedo
de que él vuelva a matarla.


Entonces corre a la ventana y salta al pavimento.
Y ya está a salvo
de bruces sobre el pavimento.
Él ya no volverá a matarla.


Gracias a los zapatos 


Soy poco importante
Jamás lo olvido.
Camino como alguien poco importante,
me siento como alguien poco importante,
me lavo, duermo y como de un modo
absolutamente poco importante.
Esto se debe, parece ser,
a que en la infancia
siempre tuve zapatos rotos.
Gracias a esos zapatos
sin sobresalto daré la bienvenida
en algún momento poco importante
al poco importante hecho de pasar
oficialmente
al estado de poca importancia colectiva.





martes, 7 de febrero de 2017

Versiones del mismo salmo





Capítulo 22: 2 Samuél 22




Salmo de David




22 1 David dirigió al Señor las palabras de este canto, cuando el Señor lo libró de todos sus enemigos y de la mano de Saúl.




2 Él dijo:

Yo te amo, Señor, mi fuerza,

3 Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador,

mi Dios, el peñasco en que me refugio,

mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte,

mi salvador, que me libras de la violencia.




4 Yo invoco al Señor, que es digno de alabanza,

y quedo a salvo de mis enemigos.




5 Las olas de la Muerte me envolvieron,

me aterraron los torrentes devastadores,

6 me cercaron los lazos del Abismo,

las redes de la Muerte llegaron hasta mí.




7 Pero en mi angustia invoqué al Señor,

grité a mi Dios pidiendo auxilio,

y él escuchó mi voz desde su Templo,

mi grito llegó hasta sus oídos.




8 Entonces tembló y se tambaleó la tierra

vacilaron los fundamentos de las montañas,

y se conmovieron a causa de su furor;

9 de su nariz se alzó una humareda,

de su boca, un fuego abrasador,

y arrojaba carbones encendidos.




10 El Señor inclinó el cielo, y descendió

con un espeso nubarrón bajo sus pies;

11 montó en el Querubín y emprendió vuelo,

planeando sobre las alas del viento.

12 Se envolvió en un manto de tinieblas;

un oscuro aguacero y espesas nubes

lo cubrían como un toldo;

13 las nubes se deshicieron en granizo y centellas

al fulgor de su presencia.




14 El Señor tronaba desde el cielo,

el Altísimo hacía oír su voz;

15 arrojó flechas y los dispersó,

lanzó rayos y sembró la confusión.

16 Al proferir tus amenazas, Señor,

al soplar el vendaval de tu ira,

aparecieron los cauces del mar

y quedaron a la vista los cimientos del mundo.




17 El tendió su mano desde lo alto y me tomó,

me sacó de las aguas caudalosas;

18 me libró de mi enemigo poderoso,

de adversarios más fuertes que yo.




19 Ellos me enfrentaron en un día nefasto,

pero el Señor fue mi apoyo,

20 me sacó a un lugar espacioso,

me libró, porque me ama.

21 El Señor me recompensó por mi justicia,

me retribuyó por la inocencia de mis manos,

22 porque seguí fielmente los caminos del Señor,

y no me aparté de mi Dios, haciendo el mal;

23 porque tengo presente todas sus decisiones

y nunca me alejé de sus preceptos.




24 Tuve ante él una conducta irreprochable

y me esforcé por no ofenderlo.




25 El Señor me premió, porque yo era justo

y era inocente ante sus ojos.




26 Tú eres bondadoso con los buenos

y eres íntegro con el hombre intachable;

27 eres sincero con los que son sinceros

y te muestras astuto con los falsos.




28 Porque tú salvas al pueblo oprimido

y humillas los ojos altaneros,

29 tú eres mi lámpara, Señor;

Dios mío, tú iluminas mis tinieblas.




30 Contigo puedo atacar a un tropel;

con mi Dios, puedo asaltar una muralla.




31 El camino de Dios es perfecto,

la promesa del Señor es digna de confianza.

El Señor es un escudo para los que se refugian en él,

32 porque ¿quién es Dios fuera del Señor?

¿y quién es la Roca fuera de nuestro Dios?




33 Él es el Dios que me ciñe de valor

y hace intachable mi camino;

34 el que me da la rapidez de un ciervo

y me afianza en las alturas;

35 el que adiestra mis manos para la guerra

y mis brazos para tender el arco de bronce.




36 Me entregaste tu escudo victorioso

y tu mano derecha me sostuvo;

me engrandeciste con tu triunfo,

37 me hiciste dar largos pasos,

y no se doblaron mis tobillos.




38 Perseguí y alcancé a mis enemigos,

no me volví hasta que fueron aniquilados;

39 los derroté y no pudieron rehacerse,

quedaron abatidos bajo mis pies.




40 Tú me ceñiste de valor para la lucha,

doblegaste ante mí a mis agresores;

41 pusiste en fuga a mis enemigos,

y yo exterminé a mis adversarios.




42 Imploraron, pero nadie los salvó;

gritaban al Señor, pero no les respondía.




43 Los deshice como polvo de la tierra,

los pisé como el barro de las calles.




44 Tú me libraste de un ejército incontable

y me pusiste al frente de naciones,

pueblos extraños son mis vasallos.




45 Gente extranjera me rinde pleitesía;

apenas me oyen nombrar, me prestan obediencia.

46 Los extranjeros palidecen ante mí

y, temblando, abandonan sus refugios.




47 ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca!

¡Glorificado sea Dios,la Roca de mi salvación,

48 el Dios que venga mis agravios

y pone a los pueblos a mis pies!

49 Tú me liberas de mis enemigos,

me haces triunfar de mis agresores

y me libras del hombre violento.




50 Por eso te alabaré entre las naciones

y cantaré, Señor, en honor de tu Nombre.




51 Él concede grandes victorias a su rey

y trata con fidelidad a su Ungido,

a David y a su descendencia para siempre.



En otras páginas aparece como Salmo 18-

Salmo 18: el canto de David después de salvarle Dios de Saúl







HABLEMOS DE LA BIBLIA, CON IRIT GREEN – Del maestro de coro. De David, el servidor del Señor, que entonó este canto cuando el Señor lo libró de caer en manos de Saúl y de todos sus enemigos. Él dijo:

18 Tú, Señor, eres mi fuerza;
¡yo te amo!
Tú eres mi protector,
mi lugar de refugio,
mi libertador,
mi Dios,
la roca que me protege,
mi escudo,
el poder que me salva,
mi más alto escondite.
Tú, Señor, eres digno de alabanza:
cuando te llamo, me salvas de mis enemigos.
La muerte me enredó en sus lazos;
sentí miedo ante el torrente destructor.
La muerte me envolvió en sus lazos;
¡me encontré en trampas mortales!
En mi angustia llamé al Señor,
pedí ayuda a mi Dios,
y él me escuchó desde su templo;
¡mis gritos llegaron a sus oídos!
Hubo entonces un fuerte temblor de tierra:
los montes se estremecieron hasta sus bases;
fueron sacudidos por la furia del Señor.
De su nariz brotaba humo,
y de su boca un fuego destructor;
¡por la boca lanzaba carbones encendidos!
Descorrió la cortina del cielo, y descendió.
¡Debajo de sus pies había grandes nubarrones!
Montó en un ser alado, y voló
deslizándose sobre las alas del viento.
Tomó como escondite,
como tienda de campaña,
la densa oscuridad que lo rodeaba
y los nubarrones cargados de agua.
Un fulgor relampagueante salió de su presencia;
brotaron de las nubes granizos y carbones encendidos.
El Señor, el Altísimo,
hizo oír su voz de trueno desde el cielo;
granizos y carbones encendidos.
Lanzó sus rayos como flechas,
y a mis enemigos hizo huir en desorden.
El fondo del mar quedó al descubierto;
las bases del mundo quedaron a la vista
por la voz amenazante del Señor,
por el fuerte soplo que lanzó.
Dios me tendió la mano desde lo alto,
y con su mano me sacó del mar inmenso.
Me salvó de enemigos poderosos
que me odiaban y eran más fuertes que yo.
Me atacaron cuando yo estaba en desgracia,
pero el Señor me dio su apoyo:
me sacó a la libertad;
¡me salvó porque me amaba!
El Señor me ha dado la recompensa
que merecía mi limpia conducta,
pues yo he seguido el camino del Señor;
¡jamás he renegado de mi Dios!
Yo tengo presentes todos sus decretos;
¡jamás he rechazado sus leyes!
Me he conducido ante él sin tacha alguna;
me he alejado de la maldad.
El Señor me ha recompensado
por mi limpia conducta en su presencia.
Tú, Señor, eres fiel con el que es fiel,
irreprochable con el que es irreprochable,
sincero con el que es sincero,
pero sagaz con el que es astuto.
Tú salvas a los humildes,
pero humillas a los orgullosos.
Tú, Señor, me das luz;
tú, Dios mío, alumbras mi oscuridad.
Con tu ayuda atacaré al enemigo,
y sobre el muro de sus ciudades pasaré.
El camino de Dios es perfecto;
la promesa del Señor es digna de confianza;
¡Dios protege a cuantos en él confían!
¿Quién es Dios, fuera del Señor?
¿Qué otro dios hay que pueda protegernos?
Dios es quien me da fuerzas,
quien hace intachable mi conducta,
quien me da pies ligeros, como de ciervo,
quien me hace estar firme en las alturas,
quien me entrena para la batalla,
quien me da fuerzas para tensar arcos de bronce.
Tú me proteges y me salvas,
me sostienes con tu mano derecha;
tu bondad me ha hecho prosperar.
Has hecho fácil mi camino,
y mis pies no han resbalado.
Perseguí a mis enemigos y los alcancé,
y sólo volví después de destruirlos.
Los hice pedazos. Ya no se levantaron.
¡Cayeron debajo de mis pies!
Tú me diste fuerza en la batalla;
hiciste que los rebeldes se inclinaran ante mí,
y que delante de mí huyeran mis enemigos.
Así pude destruir a los que me odiaban.
Pedían ayuda, y nadie los ayudó;
llamaban al Señor, y no les contestó. 
¡Los deshice como a polvo que se lleva el viento!
¡Los pisoteé como a barro de las calles!
Me libraste de un pueblo rebelde,
me hiciste jefe de naciones
y me sirve gente que yo no conocía.
En cuanto me oyen, me obedecen;
gente extranjera me halaga,
gente extranjera se acobarda
y sale temblando de sus refugios.
¡Viva el Señor! ¡Bendito sea mi protector!
¡Sea enaltecido Dios mi salvador!
Él es el Dios que me ha vengado
y que me ha sometido los pueblos.
Él me salva de la furia de mis enemigos,
de los rebeldes que se alzaron contra mí.
¡Tú, Señor, me salvas de los hombres violentos!
Por eso te alabo entre las naciones
y canto himnos a tu nombre.
Concedes grandes victorias al rey que has escogido;
siempre tratas con amor a David y a su descendencia.









1 Del maestro de coro. Del siervo de Yahveh, David, que dirigió a Yahveh las palabras de este cántico el día en que Yahveh le libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.
2 Dijo:
Yo te amo, Yahveh, mi fortaleza, (mi salvador, que de la violencia me has salvado).
3 Yahveh, mi roca y mi baluarte, mi liberador, mi Dios; la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio.
4 Invoco a Yahveh, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.
5 Las olas de la muerte me envolvían, me espantaban las trombas de Belial,
6 los lazos del seol me rodeaban, me aguardaban los cepos de la Muerte.
7 Clamé a Yahveh en mi angustia, a mi Dios invoqué; y escuchó mi voz desde su Templo, resonó mi llamada en sus oídos.
8 La tierra fue sacudida y vaciló, retemblaron las bases de los montes, (vacilaron bajo su furor);
9 una humareda subió de sus narices, y de su boca un fuego que abrasaba, (de él salían carbones encendidos).
10 El inclinó los cielos y bajó, un espeso nublado debajo de sus pies;
11 cabalgó sobre un querube, emprendió el vuelo, sobre las alas de los vientos planeó.
12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas, tinieblas de las aguas, espesos nubarrones;
13 del fulgor que le precedía se encendieron granizo y ascuas de fuego.
14 Tronó Yahveh en los cielos, lanzó el Altísimo su voz;
15 arrojó saetas, y los puso en fuga, rayos fulminó y sembró derrota.
16 El fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe aparecieron, ante tu imprecación, Yahveh, al resollar el aliento en tus narices.
17 El extiende su mano de lo alto para asirme, para sacarme de las profundas aguas;
18 me libera de un enemigo poderoso, de mis adversarios más fuertes que yo.
19 Me aguardaban el día de mi ruina, más Yahveh fue un apoyo para mí;
20 me sacó a espacio abierto, me salvó porque me amaba.
21 Yahveh me recompensa conforme a mi justicia, me paga conforme a la pureza de mis manos;
22 porque he guardado los caminos de Yahveh, y no he hecho el mal lejos de mi Dios.
23 Porque tengo ante mí todos sus juicios, y sus preceptos no aparto de mi lado;
24 he sido ante él irreprochable, y de incurrir en culpa me he guardado.
25 Y Yahveh me devuelve según mi justicia, según la pureza de mis manos que tiene ante sus ojos.
26 Con el piadoso eres piadoso, intachable con el hombre sin tacha;
27 con el puro eres puro, con el ladino, sagaz;
28 tú que salvas al pueblo humilde, y abates los ojos altaneros.
29 Tú eres, Yahveh, mi lámpara, mi Dios que alumbra mis tinieblas;
30 con tu ayuda las hordas acometo, con mi Dios escalo la muralla.
31 Dios es perfecto en sus caminos, la palabra de Yahveh acrisolada. El es el escudo de cuantos a él se acogen.
32 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahveh? ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
33 El Dios que me ciñe de fuerza, y hace mi camino irreprochable,
34 que hace mis pies como de ciervas, y en las alturas me sostiene en pie,
35 el que mis manos para el combate adiestra y mis brazos para tensar arco de bronce.
36 Tú me das tu escudo salvador, (tu diestra me sostiene), tu cuidado me exalta,
37 mis pasos ensanchas ante mí, no se tuercen mis tobillos.
38 Persigo a mis enemigos, les doy caza, no vuelvo hasta haberlos acabado;
39 los quebranto, no pueden levantarse, sucumben debajo de mis pies.
40 Para el combate de fuerza me ciñes, doblegas bajo mí a mis agresores,
41 a mis enemigos haces dar la espalda, extermino a los que me odian.
42 Claman, mas no hay salvador, a Yahveh, y no les responde.
43 Los machaco como polvo al viento, como al barro de las calles los piso.
44 De las querellas de mi pueblo tú me libras, me pones a la cabeza de las gentes; pueblos que no conocía me sirven;
45 los hijos de extranjeros me adulan, son todo oídos, me obedecen,
46 los hijos de extranjeros desmayan, y dejan temblando sus refugios.
47 ¡Viva Yahveh, bendita sea mi roca, el Dios de mi salvación sea ensalzado,
48 el Dios que la venganza me concede y abate los pueblos a mis plantas!
49 Tú me libras de mis enemigos, me exaltas sobre mis agresores, del hombre violento me salvas.
50 Por eso he de alabarte entre los pueblos, a tu nombre, Yahveh, salmodiaré.
51 El hace grandes las victorias de su rey y muestra su amor a su ungido, a David y a su linaje para siempre.

viernes, 3 de febrero de 2017

John Keats



Retrato de John Keats por William Hilton
Información personal
Nacimiento 31 de octubre de 1795
Londres, Reino de Gran Bretaña
Fallecimiento 23 de febrero de 1821
(25 años)
Roma, Estados Pontificios

John Keats (AFI: [ʤɒn ki:ʦ]; Londres, 31 de octubre de 1795-Roma, 23 de febrero de 1821) fue uno de los principales poetas británicos del Romanticismo}





La caída de Hiperión (Sueño)

Tienen los locos sueños donde traman
elíseos de una secta. Y el salvaje
vislumbra desde el sueño más profundo
lo celestial. Es lástima que no hayan
transcrito en una hoja o en vitela
las sombras de esa lengua melodiosa
y sin laurel transcurran, sueñen, mueran.
Pues sólo la Poesía dice el sueño,
con hermosas palabras salvar puede
a la Imaginación del negro encanto
y el mudo sortilegio. ¿Quién que vive
dirá: "no eres poeta si no escribes
tus sueños"? Pues todo aquel que tenga alma
tendrá también visiones y hablará
de ellas si en su lengua es bien criado.
Si el sueño que propongo lo es de un loco
o un poeta tan sólo se sabrá
cuando mi mano repose en la tumba.

Soñé que en un lugar estaba donde
palmera, haya, mirto, sicomoro
y plátano y laurel formaban bóvedas
cerca de manantiales cuya voz
refrescaba mi oído y donde el tacto
de un perfume me hablaba de las rosas.
Vi un árbol de boscaje recubierto
por parras, campanillas, grandes flores (...)

Versión de Gabriel Insuasti



A una urna griega 


Tú, todavía virgen esposa de la calma,
criatura nutrida de silencio y de tiempo,
narradora del bosque que nos cuentas
una florida historia más suave que estos versos.
En el foliado friso ¿qué leyenda te ronda
de dioses o mortales, o de ambos quizá,
que en el Tempe se ven o en los valles de Arcadia?
¿Qué deidades son esas, o qué hombres? ¿Qué doncellas rebeldes?
¿Qué rapto delirante? ¿Y esa loca carrera? ¿Quién lucha por huir?
¿Qué son esas zampoñas, qué esos tamboriles, ese salvaje frenesí?

Si oídas melodías son dulces, más lo son las no oídas;
sonad por eso, tiernas zampoñas,
no para los sentidos, sino más exquisitas,
tocad para el espíritu canciones silenciosas.
Bello doncel, debajo de los árboles tu canto
ya no puedes cesar, como no pueden ellos deshojarse.
Osado amante, nunca, nunca podrás besarla
aunque casi la alcances, mas no te desesperes:
marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia,
¡serás su amante siempre, y ella por siempre bella!

¡Dichosas, ah, dichosas ramas de hojas perennes
que no despedirán jamás la primavera!
Y tú, dichoso músico, que infatigable
modulas incesantes tus cantos siempre nuevos.
¡Dichoso amor! ¡Dichoso amor, aun más dichoso!
Por siempre ardiente y jamás saciado,
anhelante por siempre y para siempre joven;
cuán superior a la pasión del hombre
que en pena deja el corazón hastiado,
la garganta y la frente abrasadas de ardores.

¿Estos, quiénes serán que al sacrificio acuden?
¿Hasta qué verde altar, misterioso oficiante,
llevas esa ternera que hacia los cielos muge,
los suaves flancos cubiertos de guirnaldas?
¿Qué pequeña ciudad a la vera del río o de la mar,
alzada en la montaña su calma ciudadela
vacía está de gentes esta sacra mañana?
Oh diminuto pueblo, por siempre silenciosas
tus calles quedarán, y ni un alma que sepa
por qué estás desolado podrá nunca volver.

¡Ática imagen! ¡Bella actitud, marmórea estirpe
de hombres y de doncellas cincelada,
con ramas de floresta y pisoteadas hierbas!
¡Tú, silenciosa forma, tu enigma nuestro pensar excede
como la Eternidad! ¡Oh fría Pastoral!
Cuando a nuestra generación destruya el tiempo
tú permanecerás, entre penas distintas
de las nuestras, amiga de los hombres, diciendo:
«La belleza es verdad y la verdad belleza»... Nada más
se sabe en esta tierra y no más hace falta.

Versión de Julio Cortázar 



La paloma

Una paloma tuve muy dulce, pero un día
se murió. Y he pensado que murió de tristeza.
¡Oh! ¿Qué le apenaría? Sus pies ataba un hilo
de seda, y con mis dedos lo entrelacé yo mismo.
¿Por qué morías, tú, de pies lindos y rojos?
¿Por qué dejarme, pájaro tan dulce? ¿Por qué? Dime.
Muy solito vivías en el árbol del bosque:
¿Por qué, gracioso pájaro, no viviste conmigo?
Te besaba a menudo, te di guisantes dulces:
¿Por qué no vivirías como en el árbol verde?

Versión de Màrie Montand

jueves, 26 de enero de 2017

Juana de América ( Uruguay 1892 - 1979)




Juana de Ibarbourou
(Fernández Morales, de soltera), también conocida como Juana de América (Melo, 8 de marzo de 1892-Montevideo, 15 de julio de 1979), fue una poeta uruguaya.


LA HIGUERA

Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos:
ciruelos redondos, 
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.

Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se visten...

Por eso,
cada verz que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
-Es la higuera el más bello
de los árboles en el huerto.

Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!

Y tal vez a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo, le cuente:
-Hoy a mi me dijeron hermosa.




EL DULCE MILAGRO

¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
Mi amante besóme las manos, y en ellas,
¡oh gracia! brotaron rosas como estrellas.

Y voy por la senda voceando el encanto
y de dicha alterno sonrisa con llanto
y bajo el milagro de mi encantamiento
se aroman de rosas las alas del viento.

Y murmura al verme la gente que pasa:
"¿No veis que está loca? Tornadla a su casa.
¡Dice que en las manos le han nacido rosas
y las va agitando como mariposas!"

¡Ah, pobre la gente que nunca comprende
un milagro de estos y que solo entiende
que no nacen rosas más que en los rosales
y que no hay más trigo que el de los trigales!

Que requiere líneas y color y forma,
y que solo admite realidad por norma.
Que cuando uno dice: "Voy con la dulzura",
de inmediato buscan a la criatura.

Que me digan loca, que en celda me encierren
que con siete llaves la puerta me cierren,
que junto a la puerta pongan un lebrel,
carcelero rudo, carcelero fiel.

Cantaré lo mismo: "Mis manos florecen.
rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen".
¡Y toda mi celda tendrá la fragancia 
de un inmenso ramo de rosas de Francia!

miércoles, 18 de enero de 2017

Ernesto Cardenal (Nicaragaua - 1925 -2009)


Ernesto Cardenal Martínez (GranadaNicaragua20 de enero de 1925) es un poetasacerdoteteólogoescritortraductorescultor y político nicaragüense. En el añoe2009 fue condecorado con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en Chile y a principios del 2012, con el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Sofía de Poesía Iberoamericana.

Epigramas

*
 Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.

*

Esta será mi venganza:
Que un día llegue a tus manos el libro de un poeta famoso
y leas estas líneas que el autor escribió para ti
y tú no lo sepas.

*

Me contaron que estabas enamorada de otro
y entonces me fui a mi cuarto
y escribí ese artículo contra el Gobierno
por el que estoy preso.


*
Epitafio para la tumba de Adolfo Báez Bone

Te mataron y no
nos dijeron donde
enterraron su cuerpo,

Pero desde entonces
todo el territorio
es tu sepulcro
o más bien;
en cada palmo
de territorio nacional
en que
no está tu cuerpo
tú resucitaste
Creyeron que te
mataban con una orden
de ¡fuego!
Creyeron que te
enterraban
Y lo que hacían
era enterrar una semilla.


Óscar Hahn (Chile, 1938)

Óscar Arturo Hahn Garcés (Iquique5 de julio de 1938) es un poetaensayista y crítico chileno, integrante de la generación literaria de los años 1960, Premio Nacional de Literatura 2012.



De cirios y de lirios (soneto)

El lirio azul el lirio fucsia el lirio
de color colorado el lirio triste
con pétalos de cera se reviste
y va a la fiesta convertido en cirio

En cirio gris en cirio negro en cirio
de las aguas sin luz en cirio triste
que al llegar de la fiesta se desviste
y vuelve a ser en el jardín un lirio

O este espejo se está poniendo viejo
o lo que estoy mirando es un delirio
dice la flor hablándole al espejo

Adentro del azogue brota un cirio
y al tiempo que se enciende su reflejo
al fondo del jardín se apaga un lirio.


Fragmentos de Heráclito al estrellarse contra el cielo

Heráclito vivía en un río de Éfeso
encerrado en la placenta del sueño
lejos de los dormidos de la ribera
Heráclito tenía la barba luenga
y la lengua larga para lamerte mejor
No nos bañamos dos veces en el mismo río
No entramos dos veces en el mismo cuerpo
No nos mojamos dos veces en la misma muerte
A bordo de un tonel sube el Oscuro
en dirección a los rápidos rápidos
a contracorriente de Parménides
y desemboca en la Biblioteca de Londres
con la barba más negra y ancestros de aire

Heráclito vivía en un río de Éfeso
pero no se bañaba dos veces en el mismo río
Se bañaba en la catarata de un ojo
Se bañaba en su acuoso cuerpo
y rielaba fluía y ondulaba
Parménides vivía en un bloque de hielo
y se bañaba siempre en el mismo bloque
El que se purifica manchándose con sangre
el que se limpia el barro con barro
en este punto trata de retornar contradiciéndose
y reingresa en las llamas acuáticas
en las aguas flamígeras que flamean
A grupas de la luz monta el Oscuro
en dirección al gran Fuego celeste
a la velocidad del sentimiento
de los que se aman a primera vista
y se destroza en astillas de hielo
contra los muros del espacio finito
embarrado de estiércol y fango estelar

Si Heráclito no tuviera hidropesía
las clínicas se llenarían de agua
las camas blancas de arroyos enfermos
si Heráclito no tuviera hidropesía
Y en el Corral de las Constelaciones
los animales luminosos disputan
los desperdicios de su cuerpo encallado

La Osa chupa la miel de sus vértebras
el Pez desgarra sus carnes con algas
y el Can entierra en el cielo sus huesos
Heráclito vivía en el éter del cosmos
y era una tempestad de aerolitos
en dirección a los Mares terrestres
Heráclito tenía el alma seca
y el vino triste y un aire soñoliento




¿Por qué escribe usted?

Porque el fantasma porque ayer porque hoy:
porque mañana porque sí porque no
Porque el principio porque la bestia porque el fin:
porque la bomba porque el medio porque el jardín

Porque Góngora porque la tierra porque el sol:
porque San Juan porque la luna porque Rimbaud
Porque el claro porque la sangre porque el papel:
porque la carne porque la tinta porque la piel

Porque la noche porque me odio porque la luz:
porque el infierno porque el cielo porque tú
Porque casi porque nada porque la sed

porque el amor porque el grito porque no sé
Porque la muerte porque apenas porque más
porque algún día porque todos porque quizás